El tiempo de Navidad termina con la celebración del bautismo del Señor. En el bautismo del Señor vemos el poder de Dios, “y del cielo llegó una voz que decía: ‘Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco.’” Reconocemos este poder de nuestro propio bautismo donde estamos liberados de pecado original. Nuestra propio bautismo empuje a nosotros a lleva Cristo en nuestras vidas y a nuestro mundo. Necesitamos ser mensajeros jubilosos en el mundo que estas muchas veces en la oscuridad y sufrimiento.

Por ahora continuamos nuestro camino con el Señor.